Gitanas
Ricard Canals i Llambí

Gitanas

s.f.
  • 40 x 41 cm

    CTB.2009.4

  • © Colección Carmen Thyssen-Bornemisza en préstamo gratuito al Museo Carmen Thyssen Málaga

Gitanas, al igual que el otro pastel de Ricard Canals de la Colección Carmen Thyssen-Bornemisza (CTB.2003.3), pertenece con toda probabilidad a la primera década del siglo XX, en la época en que el artista catalán vendía su producción a Paul Durand-Ruel, marchante de los principales pintores impresionistas franceses. En este momento, Durand-Ruel le organizó con gran éxito una exposición individual en su galería de Nueva York, en 1902, a la vez que, mientras duró el contrato entre ambos, vendía también sus obras en su célebre establecimiento parisino.

El gran reclamo que tenía la iconografía española de Canals, entre 1900 y 1910, propició que el artista se desplazara entonces a Madrid, donde pudo estudiar de cerca las obras del Museo del Prado, y también a Sevilla y Granada, donde buscó y encontró inspiración para sus temas de majas, manolas, gitanas y toreros. La mayoría de estas obras de asunto típico, y también tópico, fueron realizadas entre París y los diversos viajes por la Península. Al parecer fue en su estancia sevillana cuando pintó su célebre lienzo de Las cigarreras, , situado en el interior de la Fábrica de Tabacos. Tanto por su composición y tema, como, sobre todo, por su formato cuadrado bastante propio de una viñeta, Gitanaspodría haber estado destinada a ilustrar alguna revista o publicación de la época.

En esta obra, destaca especialmente la técnica, muy suelta, en la que se mezclan la tinta, el lápiz, el carboncillo, la acuarela y el pastel, de una forma muy libre, entremezclándose con una gran naturalidad hasta el punto de parecer solamente una sola, la del pastel, en la que Canals alcanzó una enorme destreza. Esta combinación de técnicas puede remitir a la práctica del grabado que el pintor conocía muy bien. No en vano fue él quien la transmitió a Pablo Picasso cuando los dos artistas convivieron en la capital francesa a principios de siglo. Los trazos negros de tinta que conforman parte del dibujo de las figuras y del pueblo y las nubes del fondo, marcan un paralelo con las incisiones del buril, y las manchas de acuarela y pastel recuerdan el efecto del ácido, el azúcar o el carborúndum sobre la plancha de acero. Incluso, mirando con detalle la obra, se pueden entrever algunas incisiones en color azul.

Las facciones sueltas, casi expresionistas, remiten directamente a los pasteles y aguadas de Picasso y de su amigo del alma Carles Casagemas realizados alrededor del año 1900. Por otra parte, las líneas sinuosas, en serpentina, del paisaje y los ropajes de las dos majas, mantienen una gran semejanza con las de los dibujos y lienzos coetáneos de Isidre Nonell, aunque no compartan el tema. Las gitanas de Nonell nunca fueron ni pretendieron ser españoladas, como las de Canals que lo eran abiertamente, a pesar de que éste les confiriera gracia, elegancia y desparpajo, llegando a transcender con desenvoltura lo anecdótico del tema. En este sentido, Canals tiene bastante concomitancia con la obra del escultor y dibujante, también catalán, Ismael Smith, que desarrolló, sobre todo a partir de su estancia parisina de 1911 a 1914, escenas españolas con las que alcanzó un gran reconocimiento, especialmente en Londres y Nueva York. Los personajes que pueblan la obra de los dos artistas pertenecen de lleno a esa iconografía de lo español, a menudo totalmente goyesca, evocada desde Francia a lo largo del siglo XIX y el inicio del XX, y mantienen una gran afinidad con el universo musical de Isaac Albéniz y Enric Granados, también filtrado por la cultura francesa.

Igual que en Smith, Goya influyó mucho en Canals que aprehendió de su pintura tanto por la vía francesa de Édouard Manet, entre otros, como por la española que, de hecho, le era propia. De formación prácticamente autodidacta, tan sólo asistió a un único curso en la Escuela Provincial de Bellas Artes, más conocida como Escola de Llotja, en Barcelona, curso en el que coincidió con Nonell que también estuvo allá un solo año. La verdadera escuela de Canals sería la pintura de los impresionistas, que conoció de primera mano cuando se desplazó a París en 1897, y los museos del Louvre y el Prado. A diferencia de Ignacio Zuloaga, el otro gran goyesco coetáneo suyo también instalado en la ciudad luz, Canals mantuvo siempre la sensualidad mediterránea que le distinguía, patente en la soltura de la pincelada, a veces próxima a Auguste Renoir, y una paleta cromática distendida y elegante sin que por ello pudiera dejar de mostrarse en ciertos momentos sobria y grave.

Josep Casamartina I Parassols