Eugenio Lucas Velázquez
Cogida en una capea de pueblo
1855-
Óleo sobre lienzo
114 x 184,5 cm
CTB.1998.9
-
© Colección Carmen Thyssen-Bornemisza en préstamo gratuito al Museo Carmen Thyssen Málaga
La incorporación de esta espectacular escena taurina a las colecciones de pintura española del siglo XIX de la baronesa Carmen Thyssen-Bornemisza cubre magníficamente la presencia en ellas del gran maestro del romanticismo madrileño Eugenio Lucas Velázquez, máximo representante de la huella de Goya en los años centrales del siglo XIX, espléndidamente ilustrada en esta ocasión con uno de los temas predilectos del universo goyesco: el mundo de los toros, a los que, como es sabido, el aragonés mostró una especial afición durante toda su vida, de la que dio buena cuenta tanto en sus pinturas como en sus grabados, y que Lucas heredó, reinterpretando los más diversos aspectos de esta fiesta a través de un lenguaje enteramente personal.
Efectivamente, Eugenio Lucas dejaría en sus escenas taurinas algunas de las obras más significativas de toda su carrera. Sin embargo, pocas de ellas tienen las dimensiones y el tratamiento casi panorámico de este atractivo lienzo, que ilustra el trágico momento en que un toro arremete contra el cuerpo del diestro que lo estaba lidiando y que aparece tendido ante las patas delanteras del animal, tras haber sufrido una cogida. La escena tiene lugar durante una capea rural, en la amplia plaza de un poblacho, de casas desvencijadas y muy modesta construcción, levantadas junto a una chopera, cuya esbelta silueta se recorta en un celaje claro, rasgado por nubes.
Siguiendo la tradición mantenida aún hoy en algunos pueblos de España durante sus fiestas, el perímetro de la plaza está rodeado de una empalizada de tablones de madera que cercan el ruedo a modo de improvisadas gradas, tras las que corren a refugiarse algunos espontáneos que han saltado a la arena. Mientras, otros subalternos intentan distraer al toro con sus capotes, a la vez que un grupo de voluntarios, parapetados en un carromato, se acercan a la res para intentar separarla de su víctima con largas varas. En el extremo derecho, varios hombres sostienen el cuerpo desfallecido de otro voluntario, seguramente también embestido durante la corrida.
El cuadro, firmado en Madrid en 1855, pertenece al mejor momento de madurez de la trayectoria artística de Eugenio Lucas, además de ser buen testimonio de la interpretación por este artista del dramatismo extremo, mezcla de crueldad y desafío a la muerte, que define la esencia más profunda de la fiesta de los toros, lógicamente de especial afinidad para el espíritu romántico. En efecto, en medio de la arena despejada, Lucas sitúa a los protagonistas de la cogida como epicentro de la tensión dramática, ante la que reaccionan despavoridas las menudas figurillas que pueblan toda la escena y que apenas quedan esbozadas con trazo vibrante y jugoso, reduciéndolas en la mayoría de los casos a meros grumos de color, resueltas con una extraordinaria libertad de pincel, que desatiende voluntariamente cualquier corrección del dibujo en favor de una mayor intensidad expresiva.
Por otra parte, la adquisición de esta pintura supone además una muy significativa aportación a la obra de Lucas ya que, a pesar de su importancia y las pretensiones decorativas de su gran formato, ha permanecido prácticamente inédita hasta ahora, manteniéndose en un excelente estado que permite apreciar en toda su intensidad la personalidad enérgica y temperamental que define toda la obra de este artista.
De entre la abundantísima producción de escenas taurinas de Eugenio Lucas, la concepción escénica y el planteamiento compositivo del presente lienzo guardan una especial semejanza con otras obras, como las tituladas La gran capea , firmada en 1860, La capea , Escena de toros, o el gouache Toros en la aldea.
Por su parte, el Museo de La Habana conserva también varias obras de Lucas que muestran corridas de toros rurales, cercanas en su argumento y ambientación a este cuadro, como las tituladas: Gran corrida de toros y cucaña , firmada en 1856, El toro del collar, de 1863, o Capea en un bosque, pintada en 1861.
José Luis Díez