Artistas

Manuel Barrón y Carrillo

Sevilla, 1814 - Sevilla, 1884

  • Vista del puerto de Miravete, camino antiguo de Madrid

    1869
  • Emboscada a unos bandoleros en la cueva del Gato

    1869
  • Vista de Cádiz

    1854
  • Fiesta popular en los alrededores de Sevilla

    c. 1845-1850
  • Vista del Guadalquivir

    1854
  • Puerto de Málaga

    1847
  • Cruzando el Guadalquivir

    1855
  • Paisaje rondeño con bandoleros

    1856

Manuel Barrón es considerado el gran maestro del paisaje romántico andaluz. Inició su primera formación artística como discípulo del pintor costumbrista Antonio Cabral Bejarano (1798-1861), además de cursar estudios desde 1828 a 1835 en la Escuela de Bellas Artes de Sevilla, institución en la que ocuparía en 1841 el puesto de ayudante y en 1844 el de teniente en la sección de Pintura.

Especializado desde su juventud en el género de paisaje, fundamentalmente de la ciudad de Sevilla y sus alrededores, participó en la fundación del Liceo Artístico de la capital hispalense en 1838, siendo nombrado en 1851 miembro de la Academia de Bellas Artes de su ciudad natal.

Fue participante asiduo en las exposiciones públicas del Liceo desde su creación, obteniendo una medalla de plata en la Exposición de Jerez de la Frontera de 1862 por su cuadro Ganado vadeando un río. Además, envió a la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1864 las obras tituladas Una posada del Huesúa junto a la fábrica del Pedroso y Vista de la campiña de Córdoba, firmando en 1862 su espléndida Vista de Sevilla desde el puente de Triana (Patrimonio Nacional), una de sus obras más conocidas, adquirida ese mismo año por la reina Isabel II en su visita a la ciudad.

En 1872 fue nombrado director de la Escuela de Bellas Artes sevillana, cargo que ostentó hasta su muerte, ocurrida el 15 de enero de 1884.

La obra paisajística de Barrón es, además de fecunda, muy elocuente de la evolución estilística experimentada por el artista a lo largo de su carrera. Formado todavía en el rigor dibujístico y descriptivo del paisaje de raíz clasicista, de composición clara y ordenada, en su etapa plenamente romántica se muestra claramente influido por el paisaje flamenco del siglo XVII. Utiliza grandes masas de boscaje en los primeros términos junto a diáfanas lejanías, resueltas a base de delicadísimas transparencias, en vistas de tono bucólico pobladas generalmente por pastores y ganado, mostrando a la vez una interpretación espectacular y caprichosa de la naturaleza en obras como La cueva del Gato, realizada en 1860 (Sevilla, Museo de Bellas Artes), aprendida de grandes paisajistas románticos que visitaron Sevilla, como Genaro Pérez Villaamil (1807-1854) y David Roberts (1796-1864), a los que hubo de conocer en su juventud. En su producción última deriva hacia un tímido realismo, más objetivo pero menos sugerente, mostrando siempre un especial gusto por el detalle anecdótico en la representación de las pintorescas figurillas que pueblan sus paisajes, además de una absoluta fidelidad documental en la descripción de sus vistas de edificios y monumentos, aderezado todo ello con un especial instinto decorativo en el uso del color, rico y brillante; ingredientes todos ellos que explican en buena medida el éxito que Barrón alcanzó entre la clientela de su tiempo.

Barrón fue además pintor de algunas escenas costumbristas, y cultivó también, aunque con menor éxito y facultades, géneros como el retrato y el bodegón.

José Luis Díez