Anglada-Camarasa.
Arabesco y seducción

6 de noviembre de 2012 - 31 de marzo de 2013
Hermen Anglada-Camarasa

Jóvenes de Liria

1907 Óleo sobre tabla, 70 x 80 cm © Anglada Camarasa, VEGAP,
Málaga, 2012
Jóvenes de Liria
Hermen Anglada-Camarasa

Desnudo bajo la parra

c. 1909 Óleo sobre lienzo, 140 x 85 cm Museo de Bellas Artes de Bilbao © Anglada Camarasa, VEGAP,
Málaga, 2012
© Archivo fotográfico
del Museo de Bellas Artes de Bilbao
Desnudo bajo la parra
Hermen Anglada-Camarasa

Dibujo preparatorio para "Desnudo bajo la parra"

c. 1909 Lápiz y carboncillo sobre papel,
104,5 x 70,5 cm
Colección Anglada-Camarasa Fundación "la Caixa" © David Bonet_2012
Dibujo preparatorio para 'Desnudo bajo la parra'
Hermen Anglada-Camarasa

El ídolo

c. 1910 Óleo sobre liezo, 163 x 91,3 cm Colección Anglada-Camarasa Fundación "la Caixa" © David Bonet_2012
El ídolo
Hermen Anglada-Camarasa

Retrato de Marianne Willumsen

c. 1911 Óleo sobre lienzo, 109,5 x 207 cm Colección Anglada-Camarasa Fundación "la Caixa" © David Bonet_2012
Retrato de Marianne Willumsen
Hermen Anglada-Camarasa

Duquesa de Dúrcal

1922 Óleo sobre lienzo, 192 x 121,5 cm Museo Nacional
Centro de Arte Reina Sofía
© Anglada Camarasa, VEGAP,
Málaga, 2012
© Archivo fotográfico Museo
Centro de Arte Reina Sofía, Madrid
Duquesa de Dúrcal

El esplendor de la mujer

En 1904 Anglada realizó un viaje a Valencia que supondrá un giro en su trayectoria artística: abandonó para siempre la temática nocturna de París, para interesarse por el folclore popular mediterráneo. Este nuevo cambio significó el inicio de su segunda etapa parisina, que abarcó hasta 1914, año en el que se trasladó a vivir a Mallorca.

Interesado por la mujer popular, comenzó a cultivar esta nueva temática a través de obras de gran tamaño, con una elevada carga decorativa y un cromatismo espléndido, creando una textura muy especial en sus fondos sobre los que se ubican las mujeres para trasmitir en su conjunto una explosión de sensualidad y color.

Siguiendo con esta línea más decorativa, realizó otro tipo de figuras femeninas, más esbeltas y estáticas, elaboradas a través de un uso plano del color, que miran directamente al espectador. Estas obras le sirvieron de excusa para deleitarse con la belleza y el decorativismo de sus ropajes, obteniendo como resultado composiciones mucho más complejas, a la vez que inquietantes.

Su traslado a Mallorca en 1914 –año en el que da comienzo su primera etapa mallorquina, que durará hasta 1936– supuso otro giro en su trayectoria. Pintará nuevos arquetipos femeninos, rodeados a modo de escenario por los paisajes que tanto le cautivaron en la isla o por ambientes florales recreados, para elaborar así una serie de mujeres cargadas de fantasía, cuyas protagonistas solían ser personajes de la alta sociedad española o de su entorno cultural más cercano.