El Greco—
Rusiñol

8 octubre - 22 noviembre 2014
El Greco y taller

Las lágrimas de san Pedro, c. 1595-1614

© Museo del Cau Ferrat, Sitges
Colección Santiago Rusiñol
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El Greco y taller

Las lágrimas de san Pedro, c. 1595-1614

© Museo del Cau Ferrat, Sitges
Colección Santiago Rusiñol

Durante el siglo XIX la figura de El Greco fue relativamente conocida, aunque no valorada lo suficiente. La perspectiva que otorgó el paso del tiempo y una revalorización por parte de la modernidad de conceptos como lo diferente y singular hicieron que su obra comenzara a ser más apreciada, y que se convirtiera en una fuente de inspiración para otros creadores, por el uso de colores intensos o las estilizadas proporciones de sus figuras en beneficio de la expresión.

En España, uno de los acontecimientos fundamentales en el proceso de su recuperación fue ideado por Santiago Rusiñol. A finales de 1893, en París, Ignacio Zuloaga, Pablo Uranga, Rusiñol y el periodista Josep M. Jordá descubrieron, gracias a este último, dos grecos pertenecientes al industrial Pau Bosch, a quien después de algunas gestiones Rusiñol compró los cuadros. Se trataba de una Magdalena penitente con la cruz, de grandes ojos acuosos y proporciones estilizadas, y Las lágrimas de san Pedro, de rostro espiritual y mirada perdida hacia lo alto. Un san Pedro de enérgicos brazos y manos cruzadas en actitud de devota oración, mientras sostiene el símbolo de su atributo, las llaves del reino de los cielos.

La llegada de las obras de El Greco a Sitges, el 4 de noviembre de 1894, fue organizada por Rusiñol como una celebración absolutamente especial. La puesta en escena fue inolvidable y durante muchos años se habló de ello. Dentro de la programación de la Tercera Fiesta Modernista se puso en marcha una procesión en la que se mostraban los cuadros. Con un gran poder de convocatoria, el pintor consiguió que un grupo muy importante de intelectuales y creadores participara; entre ellos Ramón Casas, Enric Clarasó, Eliseu Meifrèn, Ramón Pichot, Narcís Oller, Joan Maragall, Pompeu Gener, Ramon Casellas, Luis Gonzaga Jordá o el arquitecto Puig i Cadafalch.

El pequeño homenaje que el Museo Carmen Thyssen realiza a la figura de El Greco está vinculado a la de Rusiñol, y se inspira en este acontecimiento antes narrado. Está presente uno de los cuadros que se recuperaron, Las lágrimas de san Pedro, junto a una copia del mismo de Zuloaga, fiel devoto del cretense. Otra obra realizada por Rusiñol copia el que fuera su retrato más conocido, El caballero de la mano en el pecho, y por último, Pichot representa a Rusiñol identificándose con este mismo retrato mostrando su profunda admiración por El Greco.