Marina
Guillermo Gómez Gil

Marina

s.f.
  • Óleo sobre lienzo

    91 x 121 cm

    CTB.1996.110

  • © Colección Carmen Thyssen-Bornemisza en préstamo gratuito al Museo Carmen Thyssen Málaga

En una primera impresión parecería que nos encontramos ante una vista de Málaga desde Bellavista, no obstante, los episodios arquitectónicos que aparecen recortando el perfil de la ciudad no corresponden exactamente con los existentes en la misma, aunque bien pudieran reproducir la torre de la catedral y el edificio de la Aduana en primer término, así como un incipiente parque urbanizado a principios del siglo XX; sin embargo, el otro conjunto eclesiástico que centra la composición supone una recreación para el caso de que estuviéramos ante una vista de la ciudad desde el mar. Por otra parte, dicho perfil guarda una cercana similitud con otras marinas del autor que presentan accidentes geográficos propios de las costas del norte, lo que nos hace pensar en una «plantilla» que Gómez Gil emplea en diferentes obras de temática marinista.

En esta ocasión la expresividad de la obra la define la embarcación pesquera que sale a la mar desde la orilla y pone una nota anecdótica.

Con todo ello, se comprueba que el pintor sugiere la objetividad en sus obras pero que, en realidad, se halla condicionado por unos esquemas estereotipados puestos al servicio de una temática que en el cambio de los siglos XIX y XX alcanza gran demanda entre la burguesía coleccionista, que no exige más que efectos de modernidad sin alcanzar las propuestas de honestidad interpretativa de ésta.

Técnicamente es la luz de un atardecer la que da personalidad a la composición, reflejándose sobre un mar apacible de connotaciones mediterráneas. Con el cielo pretende vitalizar el conjunto marcando manchas cromáticas a partir de las masas nubosas. Este interés por los efectos atmosféricos hace pensar en una datación para la obra alrededor de 1900-1910, cuando el autor se encuentra inmerso en las poéticas de fin de siglo y se esfuerza en vincular sus trabajos en las claves de lo moderno.

La pincelada es fluida y fundida, contribuyendo a aumentar la sensación de placidez que se pretende transmitir en el lienzo que no sale de esos esquemas convencionales de buena parte de su producción, enfocada a un mercado que no aspira recibir de las obras más que sensaciones agradables y sugerencias de realidad.

Teresa Sauret Guerrero