Mujer bretona
Enrique Martínez Cubells

Mujer bretona

c. 1899-1900
  • Óleo sobre lienzo

    76,5 x 50,5 cm

    CTB.1996.52

  • © Colección Carmen Thyssen-Bornemisza en préstamo gratuito al Museo Carmen Thyssen Málaga

Mujer bretona se inserta en una moda cultural que impulsó a grupos de pintores de la segunda mitad del siglo XIX a instalarse en colonias artísticas situadas en determinados enclaves de la zona atlántica y norte de Europa. Bretaña fue una de ellas. Pont-Aven primero y después Concarneau se convirtieron en centros de atracción de pintores interesados en los aspectos literarios y pictóricos de las clases bajas rurales y marineras. Los temas de trabajo en el campo y el mar, así como la tipología de los habitantes de estos lugares, se convirtieron en objetivos de interés preferentes para artistas llegados de áreas progresivamente invadidas por los avances de la revolución industrial.

Esta zona del Finistère francés conservó su popularidad hasta la década de 1890. La salida de Gauguin hacia Tahití en 1895 y la dispersión de sus seguidores marcaron la decadencia definitiva de estas colonias. A principios del siglo XX se produjo, en los ambientes artísticos europeos, una abierta reacción en contra de los temas relacionados con la cultura bretona. Pese a todo, algunos pintores continuaron pasando temporadas en estos centros durante el siglo XX; por ejemplo el expresionista inglés Matthew Smith, que vivió en Pont-Aven entre 1908 y 1909, y Maurice de Vlaminck, que visitó regularmente la zona en la década de 1950.

Martínez Cubells, hijo del pintor de historia del mismo apellido, destacó desde un principio por su preferencia hacia los temas de carácter costumbrista y social propugnados por los pintores de las colonias bretonas. El título de sus obras más conocidas: El viático en la aldea, Invierno en Múnich, Trabajo, descanso, familia y La vuelta de la pesca, evidencian sus preferencias.

Posiblemente Mujer bretona fue realizada entre 1899 y 1900, fechas en que, instalado en Múnich, viajó por algunos países europeos, entre ellos Francia, y pudo conocer algunas de las colonias artísticas de Bretaña. El peculiar estilo del cabello recogido de la figura femenina, que centra la composición, refuerza la verosimilitud de la datación propuesta.

El tema es una entrañable escena de interior doméstico rural. Una figura femenina se presenta sentada con una bandeja en el regazo y la cabeza vuelta hacia una cocina. La joven aparece rodeada de sombras y sólo iluminada parcialmente en el cuello, el torso y las manos. En primer plano un enorme cesto pone énfasis en las características rurales del tema. El hecho de que la figura aparezca sin el característico tocado bretón puede estar relacionado con la reacción en contra de estos temas costumbristas, que se había generalizado en la época. Mujer bretona es, en realidad, un estudio de luz de interior, desarrollado con pinceladas amplias, en el que Martínez Cubells pone de manifiesto lo aprendido de la corriente naturalista europea contemporánea.

En esta pintura utiliza una gama cromática reducida, basada en tonos fríos. La pincelada es de factura amplia y rápida. Toma como base la falda azul cobalto de la figura femenina que centra la composición, al fondo de la cual se aprecia el interior de la cocina con la olla sobre el fogón. El acento puesto en el tratamiento de la luz desvanece el interés por las cuestiones temáticas concretas. Cada uno de los temas –figura, espacio oscuro en que se inserta, cocina y utensilios domésticos– sirve como soporte receptor de la luz ambiental, y contraste respecto a las zonas en penumbra. Así, se consigue establecer un equilibrio entre la corporeidad y volumetría de los objetos y el impacto lumínico.

La técnica utilizada por Martínez Cubells tiene algún punto de contacto con la de Roderic O’Conor, un pintor asentado en Pont-Aven durante los años en que aquél pudo visitar la colonia. Sin embargo, Martínez Cubells parece estar más directamente influido por pintores de otras colonias contemporáneas, particularmente por Anders Zorn que vivió en la de St. Ives en Cornwall y en la de Skagen (Dinamarca). La pincelada amplia, rápida y alargada es semejante a la de Zorn, que a su vez la había tomado de Velázquez, y que después imitaría su amigo Sorolla. Martínez Cubells tomaría también de Zorn la insistencia de este último por el tema de una figura femenina en un interior de luces y sombras contrastadas.

Carmen Gracia