Huida a Egipto
Abraham Bloemaert

Huida a Egipto

c. 1615
  • Óleo sobre tabla

    46 x 35 cm

    CTB.2008.9

  • © Colección Carmen Thyssen-Bornemisza en préstamo gratuito al Museo Carmen Thyssen Málaga

La producción religiosa de Bloemaert fue abundante, debido a que recibió numerosos encargos de los círculos del cristianismo católico, hegemónicos en la ciudad de Utrecht, fe que él también profesaba. El tema de este cuadro trata del descanso en la Huida a Egipto (Mateo 2:13-15) y representa a la Virgen con el Niño y san José cobijados junto a un frondoso árbol y rodeados de ángeles que, arrodillados, adoran a la Sagrada Familia y parecen protegerla. El paisaje se reduce al monumental árbol que protagoniza la escena, completada con un luminoso cielo en el que revolotean ángeles y querubines en variadas posturas. La fusión del tema evangélico de la Huida a Egipto con la imagen devocional de la Madre amamantando a su Hijo fue creada por los pintores flamencos del siglo XV, con ejemplos conocidos en la obra de Gérard David y Patinir.

La atribución a Bloemaert se basa fundamentalmente en la existencia de un grabado de Boëtius Adamsz Bolswert (1580-1633), asiduo colaborador del pintor en la segunda década del siglo XVII. En la parte inferior aparece la inscripción: «A Bloemaert Inventor / B.A. Bolsverd. sculp. et excudebat.», y aunque no está fechado, se suele datar entre 1612 y 1615. La composición deriva de modelos grabados en 1575 por Cornelis Cort, siguiendo al italiano Federico Barocci, pero en la estampa de Bolswert las figuras principales aparecen desplazadas hacia un lateral, dando un especial protagonismo al imponente árbol y añadiendo los querubines propios del culto católico.

Bloemaert debió de utilizar este modelo compositivo en varias obras, según era habitual en la forma de trabajar de los pintores de la época, pero incluyendo algunas variantes, como sucede en esta ocasión, en la que ha añadido los dos ángeles del lateral izquierdo, que no existen en la obra de Bolswert. Siguiendo este grabado, existe una obra de menor tamaño en cobre, considerada como copia antigua de Bloemaert, que se conserva en el Wallraf-Richartz Museum de Colonia. Es conocida la gran habilidad y dedicación de este artista a la actividad dibujística, por lo que es posible afirmar que existió un dibujo de un Descanso en la Huida a Egipto, en la actualidad en paradero desconocido. Sí se conservan numerosos dibujos de figuras de ángeles, de delicadas y redondeadas cabezas femeninas y de grandes árboles, elemento paisajístico muy habitual en su producción tanto pictórica como en papel, que se pueden relacionar con los modelos de esta pintura. Quizás el más claro es el dibujo de un voluminoso árbol que se conserva en la colección del Ashmolean Museum de Oxford, en el que, como en esta ocasión, se aprecia su interés por la descripción de detalles y calidades, y el empleo de numerosas ramas y hojas que enriquecen y dan movimiento al grueso tronco, que se constituye en elemento fundamental en la composición.

Al igual que el grabado, esta tabla puede fecharse en la segunda década del siglo XVII, en torno a 1615. Bloemaert tuvo una primera etapa en su producción vinculado a las formas caprichosas y al frío cromatismo del manierismo del foco de Haarlem y de la Escuela de Fontainebleau, cuyo estilo puedo conocer en su estancia francesa durante los años ochenta. Pero a partir de la primera década del siglo XVII su estilo fue evolucionando hacia un lenguaje más delicado y sereno, interesado por la belleza de las figuras, la armonía cromática y la luminosidad. Ésas son las cualidades de esta pintura, en la que los modelos poseen una apariencia dulce y amable, algo frágil, que recuerda el arte de pintores italianos como Correggio y Barocci, cuya estela siguió principalmente a través de grabados. En esta evolución hay que tener también en cuenta la influencia del clasicismo atemperado que Goltzius había importado de Italia, al que Bloemaert se sumó, como puede apreciarse en esta obra, antes de acercarse a partir de 1620 al naturalismo tenebrista de Caravaggio, que aprendió de sus propios discípulos, entre ellos Van Honthorst.

Trinidad de Antonio